Las ruinas del Rastro, por el contrario, disgregadas, abandonadas a su soledad y su última conciencia entran en razón, se llenan de sencillez, y como la sencillez es comparable con todo, resulta que con la lectura del pequeño espacio corrigen las ideas extensas y soporíferas y vacuas de las grandes imágenes.
El Rastro. Ramón Gómez de la Serna
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