Neveros de julio
en medio de enrocadas
olas de piedra,
en duelo con las alas
de los aires,
allá donde las miradas
se vuelven nube.
Neveros de julio
siguen fríos
cuando las cerezas
ya enrojecen en las ramas
y cuando la fresa silvestre
se endulza en el helecho.
Todo el hondón del valle
es un clamor de vida,
el picapinos percute
y el alimoche planea
y yo, que desconozco
casi todos los nombres de los árboles,
casi todos los nombres de los pájaros,
tengo una pupila en el valle
y otra en los neveros.
(poema de estar en la montaña)
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