Cuando se ha sido de León se tiene ya mucho perdido. Lo dice Andrés Trapiello, pero lo dice como si esa pérdida fuera algo bueno, como quien asegura que con nacer en una familia de dinero se tiene la mitad del camino andado. A lo que se refiere el escritor es a la vocación literaria pues apuntala esa afirmación con: "(...) y eso es bueno para soñar".
Todo el mundo se pregunta por qué en León se dan tantos literatos y tan buenos, por qué das una patada a una piedra y salen quince poetas y cuarenta y dos novelistas, amén de trece ensayistas y catorce dramaturgos. Hace poco Antonio Colinas comentaba en una conferencia que incluso se llegó a hablar de la mafia leonesa y se extrañaba de que nadie se plantease una cosa así de los escritores, por ejemplo, de Barcelona. Para explicar esta inexplicable alta tasa de natalidad de escritores se ha hablado de la memoria, de la historia empastada, algunos argüían el frío intenso y la longitud del invierno, pero nadie da con una atinada respuesta. Seguir leyendo
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