Me lleva Larsen de incógnito y a hora intempestiva, -a plena luz del día- a un anticuario también librovejero. En cualquier lado en el que ponga la mirada, como Séneca veo muestras de senectud, ponga donde ponga la mirada, como Quevedo, veo muerte, sin embargo entre las cosas viejas hay una tregua, una suspensión del tiempo. Parece que se aquieta su fuga en cada cosa salvada de la basura.
Pruebas de mi prematura senectud, en menos de una hora aparecen libros míos. Libros que creo haber escrito ayer y que nadie ha leído han dado la vuelta a la ciudad y ya están ahí, en vilo, a punto del olvido.
tempus fugit, mi querido Cuervo
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