domingo

Dakovika 13

manual de ultramarinos: Una novela por entregas: Capítulo 13

Capítulo 13
Cuando se calmó la tormenta desfilamos por el estrecho pasillo de arcos hasta el agujero en las vidrieras con la idea de volver a los tejados. Salimos por él y Larsen cogió el trozo suelto de cristales emplomados y se lo metió debajo del brazo. Como equilibristas borrachos caminamos hasta las casuchas por el filo del arbotante. El miserable librovejero se tambaleaba ebrio de vidrios multicolores del trozo de catedral que acababa que hurtar. Tras varios resbalones encaramos el tragaluz de la astrosa guardilla. Había quedado abierto desde la salida atropellada que hicimos urgidos por el casero. Nos deslizamos al antro uno tras otro derramándonos como fardos de basura sobre aquellos lechos de libros deshechos que tapizaban el piso. Larsen no acababa de caer como si de un fruto aún no maduro se tratase. Durante un largo rato colgó una sola pierna del ventanuco, luego un brazo también pero parecía haber quedado trancado. Karenino le aguardaba con el hocico en alto. Al fin cayó sin el trozo de vidriera que no cabía por el vano de la lucerna. "Ahí se queda." Dijo y arrugó el morro. Dormimos como marmotas tirados por los rincones.

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